Osteoporosis: una enfermedad silenciosa que puede prevenirse
La osteoporosis es un trastorno esquelético, sistémico, caracterizado por una baja densidad mineral ósea y un deterioro microarquitectónico del tejido óseo, con un consecuente incremento de la fragilidad y riesgo de fracturas.
La consecuencia clínica más importante de la osteoporosis son las fracturas por fragilidad ósea. Se calcula que, aproximadamente, un 40% de la población femenina, de raza blanca padecerá una fractura sintomática osteoporótica a lo largo de su vida. El riesgo para hombres es bastante inferior (13%).
Las fracturas por fragilidad ósea tienen consecuencias clínicas serias: dolor crónico, deformidades esqueléticas, pérdida de la independencia y aumento de la tasa de mortalidad.
Diagnóstico. El diagnóstico de las mujeres con riesgo de osteoporosis se realiza por medio de una sencilla prueba de densitometría ósea, con anterioridad a la aparición de la primera fractura.
La densitometría axial es el método por excelencia para evaluar la densidad ósea de la persona en estudio. Se debe evaluar, también, con pruebas de laboratorio que incluyan mediciones en sangre y orina de 24 horas.
Las radiografías de columna dorsal y lumbar son indispensables para diagnosticar aplastamientos vertebrales.
Es importante identificar a los pacientes con riesgo de padecer osteoporosis, para lograr las medidas preventivas, minimizar los factores de riesgo modificables y reducir la incidencia de fracturas.
Entre las medidas orientadas a evitar la osteoporosis están: un estilo de vida sano (con ejercicio físico regular), una ingesta adecuada de calcio y vitamina D, evitar el cigarrillo y el consumo excesivo de alcohol y café.
Algunas de las recomendaciones más importantes para la prevención son:
Estimulación en niños y adolescentes para alcanzar el pico de masa ósea.
Ingerir el requerimiento de calcio diario. Dependiendo de la e la edad, varía entre 800 -1200 mg. El calcio está presente en muchos alimentos con diferentes concentraciones. Un vaso de leche, por ejemplo, aporta 290 mg de calcio; un yogur descremado, 415 mg; una porción de queso descremado aporta 230 mg. En caso de intolerancia a los lácteos, se puede consumir productos deslactosados o suplementos de calcio indicados por un médico. Otros alimentos que aportan calcio son el pollo, el pescado, las carnes rojas, los huevos, verduras de hojas verdes -como la espinaca- y frutos secos como las almendras.
Vida activa. La actividad física reduce el riesgo de osteoporosis y fracturas. Los especialistas recomiendan realizar trotes, caminatas rápidas y enérgicas de distancias mayores a 20 cuadras, subir escaleras, y practicar bailes como el tango, la salsa, folklore y otras danzas.
Exposición solar. La vitamina D es muy necesaria para la salud ósea. Ésta se encuentra presente en pocos alimentos, su principal fuente proviene de la exposición solar. Suelen ser suficientes de 15 a 20 minutos, 2 a 3 veces por semana, evitando los horarios riesgosos para la piel. Aquellas personas con patologías cutáneas deben tomar las precauciones necesarias. En algunos casos es necesario suplementar con vitamina D, indicada por el médico.
Prevención de las caídas. Es importante tomar los recaudos necesarios para prevenir caídas y fracturas por causas modificables como trastornos de la visión, obstáculos en el camino o en la casa (irregularidades en el piso, alfombras, cables sueltos, falta de agarraderas en el baño, mala iluminación, entre otras).
Factores de riesgo
Mujeres: tamaño del esqueleto, por menor contenido mineral óseo, por menor masa muscular, entre otras razones.
Edad: a mayor edad, mayor pérdida de masa ósea.
Raza blanca: más propensa a padecer la enfermedad.
Menopausia precoz: cuando ocurre antes de los 40 años, ya sea de forma espontánea o por intervención quirúrgica de los ovarios, se asocia a una disminución significativa de la masa ósea.
Delgadez: un Índice de Masa Corporal (IMC) inferior a 20 afecta negativamente al hueso. El descenso de 3 o más cm en la talla de la persona o la acentuación de la cifosis dorsal, pueden ser causados por aplastamientos vertebrales.
Fracturas previas: las fracturas por fragilidad ósea aumentan el riesgo de padecer una nueva quebradura. Se consideran “significativas” las fracturas de vértebras, cadera o muñeca.
Antecedentes familiares: las mujeres cuya madre o abuela hayan sufrido fracturas, tienen un riesgo elevado de sufrirlas.
Sedentarismo: se asocia con osteoporosis. Las mujeres que están sentadas más de 9 horas diarias tienen mayor riesgo de osteoporosis. Las que realizan una caminata de 4 horas por semana, disminuyen un 45% el riesgo de fracturas. La actividad física constituye un estimulo de sobrecarga para el músculo y los tendones que repercute en el hueso estimulando la formación ósea.
Tabaquismo y alcohol: provocan disminución de la masa ósea, aumentan el riesgo de fracturas y alteran la cicatrización de las mismas. Luego de 10 años de suspenderlos se produce una declinación del riesgo.
Corticoides: entre otros mecanismos, reducen la absorción intestinal de calcio y aumentan su perdida por orina, incrementando el riesgo de fracturas óseas. Cuanto mayor sea la dosis y el tiempo de exposición a los corticoides, mayor será el riesgo de fracturas.
Entidades asociadas a baja masa ósea: diabetes, enfermedad celiaca, insuficiencia renal crónica, enfermedad hepática crónica, hipertiroidismo, hiperparatiroidismo, cirugía bariátrica, neoplasias, colagenopatias, artropatías inflamatorias crónicas, entre otras, aumentan el riesgo de presentar osteoporosis.
Asesoró: Sandra Uliarte
Especialista del Consultorio de Endocrinología y Metabolismo Dr. Eduardo Faure