Una familia de drogas para diabetes tipo 2 demostró ser efectiva contra la insuficiencia cardíaca
Un grupo de medicamentos diseñados inicialmente para tratar la diabetes tipo 2 demostró que además reducen la tasa de hospitalización y de mortalidad en las personas con insuficiencia cardíaca, tanto diabéticas como no diabéticas.
El dato es significativo si se considera que el 40% de las personas con insuficiencia cardíaca tiene diabetes tipo 2, ya que ambas afecciones comparten factores de riesgo y pueden coexistir en el paciente. La insuficiencia cardíaca representa la primera causa de muerte cardiovascular en la Argentina.
A partir de estos hallazgos, en el 46° Congreso Argentino de Cardiología se presentó un documento de ‘recomendaciones’ confeccionado en forma conjunta por las dos sociedades científicas cardiológicas más importantes del país.
Uno de los temas sobresalientes que se expusieron en ese Congreso fue la presentación de un documento conjunto elaborado por especialistas de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y la Federación Argentina de Cardiología (FAC) denominado ‘Recomendaciones para el manejo de los pacientes con insuficiencia cardíaca. Uso de nuevas drogas antidiabéticas en Insuficiencia Cardíaca’. Según este trabajo, un grupo de nuevas drogas para el tratamiento de la diabetes tipo 2, denominadas ‘iSGLT2’, demostró reducir tanto la hospitalización como la mortalidad en pacientes cardíacos con y sin diabetes.
Esta conclusión resulta de gran impacto si se toma en cuenta que la insuficiencia cardíaca (IC) representa en la Argentina la primera causa de muerte cardiovascular, superando a la cardiopatía isquémica, la enfermedad cerebrovascular y la hipertensión arterial en número de decesos anuales, según las estadísticas gubernamentales del año 2018. Además, quienes presentan diabetes tipo 2 tienen más del doble de riesgo (112%) de padecer IC en comparación con la población general.
“Como la insuficiencia cardíaca es una enfermedad de la gente grande, esta afección puede estar presente junto con otros problemas de salud al mismo tiempo, uno de ellos es la diabetes tipo 2. Ambas enfermedades tienen mecanismos fisiológicos en común y además comparten factores de riesgo, lo que hace que muchas personas tengan las dos patologías a la vez, de hecho, más o menos el 40% de personas con insuficiencia cardíaca tiene diabetes y otro tanto ya presenta exceso de glucosa en sangre o aún no recibió diagnóstico de su diabetes. Solamente un 20% de personas con insuficiencia cardíaca tiene un metabolismo normal del azúcar, el resto presenta algún tipo de trastorno”, señaló el doctor Enrique Fairman, cardiólogo y miembro del Comité Organizador del 46° Congreso Argentino de Cardiología.
El síntoma más importante de la IC es la falta de aire, que es el que mayoritariamente lleva a la gente a la consulta médica. A eso se suma la retención de líquido que provoca edema en las piernas, el mismo edema que a nivel pulmonar produce la falta de aire. También pueden aparecer tos y una disminución en la cantidad de orina diaria.
“Si la persona con insuficiencia cardíaca también tiene diabetes, presenta mucho más riesgo de mortalidad, y viceversa. A su vez, el individuo con IC tiene más riesgo de desarrollar diabetes que uno que no. La principal causa de muerte en las personas diabéticas es cardiovascular, las guías de diabetes y enfermedad cardiovascular ponen mucho énfasis en la importancia de que las personas con diabetes se hagan controles cardiovasculares”, sostuvo Fairman.
En Argentina se calcula que el 12,7% de los mayores de 18 años tienen diabetes tipo 2, llegando al 20% en los mayores de 65 años. Estas cifras se encuentran en claro aumento, lo mismo que factores de riesgo asociados a la enfermedad, como el sobrepeso y obesidad (61,6%), el sedentarismo (64,9%) y la hipertensión arterial (34,6%).
Según la doctora Mirta Diez, cardióloga y Secretaria del Comité Organizador del 46° Congreso Argentino de Cardiología, en las últimas tres décadas cambió la historia de los pacientes con insuficiencia cardíaca, porque se encontraron drogas que prolongan la vida. El último avance tiene que ver con la familia de drogas llamadas iSGLT2 o «glifozinas», que se diseñaron para el tratamiento de la diabetes, pero que demostraron que no sólo eran seguras desde el punto de vista cardiovascular, sino que además reducían la tasa de hospitalización y de mortalidad de las personas con insuficiencia cardíaca diabéticas y no diabéticas.
“Esto generó un entrecruzamiento muy profundo entre la diabetes y la insuficiencia cardíaca, porque son enfermedades comunes que pueden coexistir y donde cada una predispone al desarrollo de la otra; ahora -además- tienen tratamientos comunes. Lo que se vio es que la hospitalización se reduce en promedio un 30% y la mortalidad en pacientes con IC con y sin diabetes baja un 14%”, completó Fairman.
De acuerdo con los indicado por Fairman, hay dos grandes estudios que mostraron esto, uno llamado DAPA-HF, que tuvo la característica distintiva de evaluar por primera vez una droga antidiabética, la dapaglifozina, como tratamiento de la insuficiencia cardíaca en pacientes con y sin diabetes 2, y mostró que se reduce la mortalidad en un 18%. Mientras que otro trabajo, denominado EMPEROR, evidenció reducir la mortalidad en un 8%. Cuando se hace un metaanálisis, donde se incluyen ambos estudios, se ve un promedio de reducción del 14% de la mortalidad cardiovascular y del 13% de la mortalidad por cualquier causa.
“Este grupo de drogas que vienen del campo de la diabetes, mostró mejorar la hospitalización por insuficiencia cardíaca inicialmente en pacientes diabéticos. Los resultados fueron tan contundentes que se probaron en población con IC, con o sin diabetes. En este escenario lograron reducir la muerte cardiovascular y la hospitalización por insuficiencia cardíaca, además de alcanzar efectos beneficiosos sobre la función renal. El impacto clínico es que disponemos de una estrategia de tratamiento adicional para la IC que tiene una mortalidad del 8 al 15% al año según el grado de severidad”, manifestó Mirta Diez.
Para la especialista, el abordaje de la insuficiencia cardíaca supone dos grandes pilares: por un lado, los pacientes tienen que adherir a medidas higiénico-dietéticas como la restricción de sal, el abandono del tabaco, realizar actividad física regularmente y recibir los grupos de drogas que tienen un beneficio en la mortalidad cardiovascular y la hospitalización por IC, es decir aquellas que enlentecen la progresión de enfermedad. Estos grupos de drogas son las denominadas ‘inhibidores del sistema renina angiotensina’ (ARNI, iECA o ARA II); los ‘betabloqueantes’; los ‘antagonistas del receptor mineralocorticoideo’ y ahora los ‘iSGLT2’.
“Las guías de manejo de la insuficiencia cardíaca y los resultados de los trabajos clínicos nos muestran con alto nivel de evidencia los tratamientos a seguir. Ahora el desafío es trasladar este conocimiento y la evidencia a la población. Se requiere de programas o clínicas de IC que realicen educación a los pacientes, que tengan seguimientos estandarizados y control de la calidad de atención. Por otra parte, sigue siendo un desafío el acceso a la medicación de manera universal”, concluyó Diez.