Tras 40 años, avances para tratar el linfoma de Hodgkin en primera línea
Hasta ahora, sólo venían indicándose en esa instancia quimioterapia y radioterapia. Esta enfermedad se puede sospechar ante la presencia de agrandamiento de ganglios, fiebre, sudoración nocturna y pérdida involuntaria del 10% del peso corporal. Estadísticas internacionales sugieren que se dan anualmente 2,5 casos cada 100 mil habitantes[1], lo que en Argentina representaría alrededor de mil nuevos casos por año. Se presenta con mayor frecuencia en adolescentes y adultos jóvenes (entre los 15 y 30 años) y adultos mayores de 55 años. Recientemente, se aprobó en nuestro país el uso de brentuximab vedotin, la única terapia dirigida disponible para tratar esta enfermedad, como primera opción de tratamiento. Demostró, en combinación con quimioterapia, reducir un 23% el riesgo de progresión, muerte o necesidad de otra terapia oncológica en pacientes en estadios III y IV.
En los últimos años, viene dándose una verdadera revolución en el manejo de múltiples enfermedades oncohematológicas como determinadas leucemias o mielomas. Recientemente, se presentaron en nuestro país novedades para el tratamiento del linfoma de Hodgkin, aquella condición poco frecuente que afectó al actor Facundo Arana a sus 17 años. En Argentina, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica aprobó recientemente el uso de brentuximab vedotin[3] en una nueva indicación, esta es la primera terapia dirigida indicada para el tratamiento de pacientes adultos con linfoma de Hodgkin en estadio III o IV sin tratamiento previo, en combinación con quimioterapia.
Esta enfermedad venía tratándose de la misma manera hace 40 años, con un esquema de quimioterapia y, si era necesario, radioterapia, pero ahora cuenta con una terapia dirigida desarrollada por el laboratorio Takeda, que específicamente bloquea un antígeno conocido como CD30, presente en la superficie de las células enfermas de muchos pacientes.
“La incorporación de esta alternativa terapéutica como primera línea de tratamiento muestra que puede usarse en adyuvancia con las combinaciones de quimioterapia convencionales, sumándoles eficacia y aumentando el potencial de curación de estos esquemas de tratamiento”, refirió durante su visita a nuestro país -para disertar ante expertos locales- el Dr. Martin Hutchings, integrante del Departamento de Oncohematología del Centro Finsen del Hospital de la Universidad de Copenhague, Dinamarca.
En estadios avanzados, este tratamiento, en combinación con quimioterapia, logró reducir un 23% el riesgo de progresión, muerte o necesidad de terapia anticancerígena adicional, lo que representa resultados sin precedentes. Los datos corresponden al estudio ECHELON-1, de fase III, que incluyó a 1334 pacientes con linfoma de Hodgkin avanzado.
Para el Dr. Hutchings, las principales conclusiones de este estudio y que tienen relevancia clínica “son los resultados en la mejoría de la sobrevida libre de progresión y la clara tendencia hacia una mejor sobrevida general en pacientes de alto riesgo”.
Tal como refirió el especialista, “poder usar esta medicación en primera línea representa mayor eficacia en pacientes con enfermedad avanzada, particularmente en pacientes con perfil de alto riesgo, aumentando las tasas de curación, en especial en quienes no pueden someterse a regímenes más intensivos, por la edad y/o por las comorbilidades que presentan”.
Esta opción terapéutica es un anticuerpo monoclonal conjugado que libera un fármaco antineoplásico que origina selectivamente apoptosis (muerte celular) de las células tumorales que expresan el antígeno CD30. Ya estaba aprobada en nuestro país para etapas posteriores de tratamiento, cuando el paciente había recaído o no había respondido a otras opciones.
“Junto con otro avance, que fue la terapia de tratamiento adaptada al resultado de una tomografía específica, conocida como PET, éste es el progreso terapéutico contra el Linfoma de Hodgkin más importante de por lo menos los últimos 20 años”, puntualizó el Dr. Hutchings.
Los linfomas son enfermedades oncohematológicas en las que se da un crecimiento anormal de los linfocitos, un tipo de glóbulos blancos encargado del control de las infecciones y otras agresiones externas. Uno de los tipos de linfoma es el de Hodgkin, que se diferencia del ‘no Hodgkin’ porque presenta células enfermas conocidas como ‘de Reed-Sternberg’ y el otro no.
Como en muchas enfermedades oncológicas, es importante el diagnóstico a tiempo. En ocasiones, algunos signos y síntomas aparecen en etapas iniciales de la enfermedad, pero no siempre es así[4]. El más común es el agrandamiento o hinchazón de uno o más ganglios linfáticos en cuello, axila o ingle. Esta enfermedad no es la causa más frecuente de inflamación de ganglios, pero de todos modos es importante que el médico los examine[5].
Otros síntomas son fiebre prolongada, sudoración profusa durante la noche y pérdida involuntaria de peso (al menos 10% en seis meses). El compromiso de ganglios linfáticos dentro del pecho puede generar tos, dificultad para respirar y dolor en el esternón. También pueden darse otros síntomas menos específicos como picazón, cansancio y pérdida del apetito[6].
El linfoma de Hodgkin puede originarse en casi todas las partes del cuerpo, ya que el tejido linfático se encuentra en los ganglios linfáticos, bazo, médula ósea, etc. La enfermedad comienza preferentemente afectando un grupo ganglionar (más frecuentemente en el cuello) y de allí se va extendiendo a otros grupos linfáticos, por lo que es pasible de ser diagnosticado en etapas precoces de la enfermedad cuando se la sospecha.
En los estadios iniciales, la tasa de curación es muy alta (cercana al 90%) con quimioterapia convencional, quedando reservada esta nueva opción terapéutica para los estadios más avanzados de la enfermedad y con factores pronósticos desfavorables.