¿Llegó la hora de la polipíldora?
Después de 11 años, la ciudad de Córdoba volvió a ser la sede de un congreso nacional de cardiología.
El evento contó con la presencia de tres autoridades internacionales en la especialidad: el español Valentín Fuster, director del Instituto del Corazón del Mount Sinai de New York y del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III de Madrid; Arturo Evangelista, director del servicio de cardiología del Hospital Vall D’Hebron de Barcelona, España; y Eugene Braunwald, cardiólogo vienés que reside en Estados Unidos.
Braunwald es uno de los especialistas más reconocidos en todo el mundo. El el marco del congreso fue distinguido con el título Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba.
Por su parte, Fuster presentó los resultados de un proyecto (apoyado por sociedades científicas internacionales y la Comunidad Económica Europea) que ha despertado un fuerte interés científico y también social: se trata del desarrollo de la polipíldora.
Se trata de la concentración, en una sola cápsula, de diferentes medicamentos para facilitar la adherencia y tornar más accesible la medicación cardiovascular preventiva .
Ginés Sanz Romero, director del Departamento de investigación traslacional de nuevas terapias y tecnologías de la Fundación Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III de España, también desarrolló una ponencia sobre el tema.
“La finalidad de la polipíldora (estatina, tres agentes antihipertensivos, ácido fólico y aspirina) es reducir los costos de los tratamientos, evitar el incumplimiento terapéutico y mejorar la prevención de enfermedades cardiovasculares”, dijo.
El especialista explicó que ésta combinación aún no está recomendada para utilizarse como estrategia de prevención primaria (como combinación fija en todas las personas mayores de 55 años), sino como alternativa de prevención secundaria (sólo para pacientes que ya padecieron alguna enfermedad cardiovascular).
“Las ventajas de utilizar la polipíldora como prevención primaria es que las personas no necesitan hacer una consulta médica y la pueden tomar todos, incluso quienes no presentan factores de riesgo. Pero la mayor desventaja es que se medicalizaría a todos los mayores de 55 años y que muchos la tomaría como ‘la pildorita mágica’ dejando de lado los controles y cuidados preventivos”, indicó.