Un científico argentino asegura que la radiación de los celulares es un riesgo para la salud
El presidente de la Federación de Radioprotección de América Latina y experto en seguridad radiológica alertó sobre su cercanía en la cabeza al hablar o al dormir, o cuando se lo lleva en el bolsillo.
El 78% de la población mundial mayor de 10 años tiene teléfono celular, según estima la Organización de las Naciones Unidas en base a un informe de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Teniendo en cuenta que 8000 millones de personas habitan el planeta, los números de cuántos dispositivos móviles existen en el mundo, asombran.
Entonces, cabe hacernos la siguiente pregunta: ¿Son seguros los móviles que portamos, respecto a las ondas electromagnéticas que irradian? ¿Es seguro mantenerlos muy cerca de la oreja para hablar, en el bolsillo cuando no lo usamos o al lado de la mesa de luz al dormir? ¿Estas radiaciones pueden aumentar la probabilidad de desarrollar enfermedades?
Rodolfo Touzet, doctor en Radioquímica y especialista en Seguridad Radiológica y Nuclear, cree que el uso de dispositivos móviles puede acarrear en riesgos graves para la salud.
El experto, presidente de la Federación de Radioprotección de América Latina y el Caribe (FRALC) y socio fundador de la Sociedad Argentina de Radioprotección (SAR), cuestionó los resultados de una revisión de estudios encargada por la Organización Mundial de la Salud y difundida esta semana que descartó vínculos entre el uso de teléfonos celulares y el riesgo de cáncer.
“En los últimos años se ha incrementado exponencialmente el uso de teléfonos celulares y la radiación por radiofrecuencia ambiental (RF) que hoy sigue en aumento. Un documento clave que corrobora con 110 estudios científicos la relación dañina que generan estos aparatos a la salud humana fue presentado en 2020 cuando se publicó la Declaración de consenso de expertos y profesionales médicos y científicos del Reino Unido e internacionales sobre los efectos en la salud de las radiaciones no ionizantes (RNI)”, explicó Touzet.
En ese documento, se afirma que “el riesgo de cáncer observado en investigación epidemiológica en humanos fue corroborado por importantes nuevos estudios en animales. Y en 2011, la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) clasificó la radiación por radiofrecuencia ambiental dentro del Grupo 2B como “posible cancerígeno para los humanos” e indicó que “el glioblastoma multiforme (GBM), un cáncer cerebral fatal de muy rápido desarrollo, y el neurinoma acústico, han satisfecho los criterios de Bradford Hill para la causalidad de la exposición a RF basados en estudios epidemiológicos humanos.
La IARC tiene una clasificación de 4 grupos estándar de compuestos o factores físicos que inciden sobre la carcinogénesis. En el Grupo 1: “carcinógeno para el ser humano” están aquellos compuestos que tienen pruebas suficientes para confirmar que puede causar cáncer a los humanos.
En el Grupo 2A, los mismos son “probablemente carcinógeno para el ser humano”, lo que refiere a que hay pruebas suficientes de que puede causar cáncer a los humanos, pero actualmente no son concluyentes. El Grupo 2B: “Posiblemente carcinógeno para el ser humano” existen algunas pruebas de que puede causar cáncer a los humanos pero de momento están lejos de ser concluyentes.
En el Grupo 3: “No puede ser clasificado respecto a su carcinogenicidad para el ser humano”, significa que actualmente no hay ninguna prueba de que cause cáncer a los humanos. Y finalmente el Grupo 4: “Probablemente no carcinógeno para el ser humano”, remite a que hay pruebas suficientes de que no causa cáncer a los humanos.
En el Grupo 1 la IARC incluye los rayos X o gamma, pinturas con benceno, humo de tabaco, vidrio, o plutonio, por ejemplo. En el Grupo 2A, están los glifosatos, las frituras a altas temperaturas, las carnes rojas y las bebidas muy calientes (+65ºC). En el Grupo 2B se encuentran los extractos de Aloe Vera, el virus BK, los helechos Braken, entre otros.
Touzet señaló que en 2018, el Programa Nacional de Toxicología (NTP) de EEUU publicó los resultados del mayor estudio en animales realizado hasta el momento y consideró que la evidencia de carcinogénesis generada por radiación era “muy clara” y solicitó a la IARC que reevalúe la clasificación y la incluya en el Grupo 1 como ”carcinógeno humano reconocido”.
Otro estudio a gran escala del Instituto Ramazzini de Italia, que utilizó radiación de campo lejano diseñado para simular las emisiones de RF de una estación base, se publicó poco después y confirmó en forma independiente la promoción de la carcinogénesis en células gliales.
Todos estos estudios que mencionó y detalló el doctor Touzet a Infobae, postulan resultados muy diferentes al estudio divulgado esta semana y que se publicará en la revista Environmental International, en el que 11 investigadores de 10 países afirman, como detalló Infobae, que no hay una relación directa entre el uso masivo de teléfonos celulares y la aparición de distintas enfermedades, entre ellas el cáncer.
La investigación dirigida por científicos de la Agencia Australiana de Protección Radiológica y Seguridad Nuclear (ARPANSA) y encargada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), no encontró una mayor incidencia de enfermedades por su uso.
Los investigadores examinaron si la energía electromagnética aumentaba la incidencia de tres tipos de cáncer cerebral, incluidos casos en niños, así como cáncer de la glándula pituitaria, de las glándulas salivales y de la sangre.
“La evidencia no muestra un vínculo entre el uso del teléfono móvil y el cáncer cerebral u otros cánceres de cabeza y cuello. Tampoco encontramos asociación con el uso prolongado, por lo que si las personas usan sus teléfonos móviles durante 10 años o más no encontramos una asociación, y tampoco encontramos asociación con la cantidad de uso del teléfono móvil, ni con la cantidad de llamadas telefónicas que las personas hacen ni con el tiempo que las personas pasan en el teléfono”, remarcó el profesor asociado Ken Karipidis, autor principal del trabajo.
Las radiaciones de los teléfonos celulares
“Existen dos tipos de radiaciones. Las ionizantes y las no ionizantes. Las primeras produce cambios químicos en las células y daña el ADN. Y las no ionizantes, emitidas por los teléfonos celulares, las antenas y otros aparatos electrónicos logran romper el ADN en forma indirecta, ya que es muy grande la cantidad de ondas recibidas diariamente por las personas”, explicó Touzet, que es presidente de la Federación de Radioprotección de América Latina y el Caribe (FRALC), y Socio fundador de la Sociedad Argentina de Radioprotección (SAR).
Touzet advierte que las ondas por radiación por radiofrecuencia ambiental (RF) no son solo emitidas por teléfonos móviles, sino que también por estaciones base, routers y computadoras habilitadas para Wi-Fi, teléfonos fijos inalámbricos, sistemas de seguridad, relojes deportivos, monitores para bebés, y muchos otros dispositivos modernos.
El experto, integrante de la Comisión Interamericana de Protección Radiológica de Campos Electromagnéticos y Radiaciones No Ionizantes (Cipracem) advirtió sobre los riesgos de la exposición de las personas a los campos electromagnéticos (CEM), que ya fueron probados en varios estudios que indican cómo se genera una alteración del ritmo cardíaco, cambios en la expresión genética, cánceres, diabetes, deterioro cognitivo, daños neurológicos, estrés oxidativo celular y alteraciones en la calidad de los espermatozoides.